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Descubre ‘LANGARA’, el primer álbum del artista peruano Mauricio Rosadio

Mauricio Rosadio es un músico peruano que decidió hacer una pausa. Migró a Canadá, atravesó una ruptura y, en lugar de llenar el vacío con canciones que suenen grandes, optó por dejar que el silencio le hablara primero. De ahí nace LANGARA, un EP breve, discreto y directo, que no necesita levantar la voz para tocar. No estamos ante un disco que quiera sobresalir, sino ante uno que se queda. Que se planta como una sombra suave. Que respira sin pedirte atención.
El álbum funciona como un gesto de resistencia emocional frente a la urgencia del espectáculo. Rosadio no canta desde la herida abierta ni desde la sanación. Se instala en el lugar intermedio, incómodo, donde no hay lecciones aprendidas ni palabras exactas. Hay frases que parecen cartas no enviadas, melodías que dudan antes de arrancar. El resultado no te empuja a sentir, simplemente comparte. Por momentos parece que ni siquiera quiere ser escuchado, pero ahí está, firme en su decisión de no gritar.
En esa sobriedad hay belleza. En esa falta de certezas hay una forma de cuidado. Rosadio no dramatiza. Se permite la fragilidad sin convertirla en espectáculo. La producción del EP también acompaña con sutileza, sin rellenos, sin ornamentos. Todo suena cercano, como una conversación en la madrugada, cuando ya no hace falta explicar demasiado. El álbum deja huecos, pero no por falta de ideas, sino porque a veces el dolor no cabe en una forma cerrada.
Escuchar LANGARA es, en parte, aceptar no entender del todo. Es seguir el hilo de una voz que no guía, pero tampoco se pierde. En lugar de prometer un clímax o una catarsis, se instala en el terreno donde las emociones aún no tienen forma definida. Y lo hace con una honestidad rara, que no se disfraza de minimalismo cool ni de tristeza elegante. Lo que hay es lo que quedó. Y eso basta.
